domingo, 12 de junio de 2011

"Un muerto capicua"


Entrar en un hospital siempre me dejo una extraña sensación, como si la persona que soy de repente se desdoblase en otra diferente, menos persona, más cuerpo, un cúmulo de músculos, artrosis y colesteroles, como si estuvieses habitada por seres a los que desconozco, y que ocupan mi cuerpo sin mi permiso. Te vuelves sumisa, te dejas hacer, aceptas diagnósticos como una derrota a asumir obligatoria de la edad y de la vida.
 Los enfermos se convierten ende repente en seres sin vida propia, dejan de ser personas, allí a nadie parece importarle si perdió su equipo de futbol, si la hija dejó al novio,  que bueno están callos del bar de la Juani.
Ahora que el mundo dice esforzarse en personalizarlo todo, en que tengamos identidad propia, no un ser apersonal, en que hasta tu desodorante acabará oliendo a ti mismo, según imagino anunciaran ya mismo en los anuncios de la tele, pues resulta  que me cuentan que en la Sanidad española, para respetar la intimidad de las personas, o mejor dicho, de los enfermos, , porque aunque no te duela na, en entrando en un hospital te conviertes en “PRESUNTO ENFERMO”, nos vamos a convertir en números, van a dejar de llamarnos por nuestro nombre de pila y pasaremos a ser por ej. El 205, o el 307, dicen para evitar que los demás se enteren que estas malo, vamos, quizás sería mejor que nos dieran una careta en la entrada.
No quiero ni imaginar el desastre, si ya suena raro cuando te vocean por el altavoz, con tus nombres y dos apellidos, y casi ni te conoces, lo que tiene que ser que de repente te llamen una cifra, como en los internado, en los que nos marcaban hasta el colchón y durante años, eras el 604..
Imagino a ese médico dirigiéndose a la sala de espera buscando a los familiares del 202
-Tengo que comunicarles, que el capicúa de la segunda planta acaba de espicharla”
Hombre hay que reconocer, que esta medida es por nuestro bien, uno es menos enfermo y menos muerto si es un número.
Y yo me pregunto ¿heredaremos también los números de los muertos como  con el carnet de identidad?
S.M.

viernes, 10 de junio de 2011

Rezos y letras


                                                      Susa en el colegio
     Empezó mi vida de colegiala mayor  en un colegio de monjas muy cerca de mi casa,  "La Merced" colegio que aún existe como tal, aunque no sé qué pueda quedar  igual después de tanto tiempo.
 Era algo majestuoso para una niña como yo con apenas seis años, con grandes puertas , aulas grandes, enormes escaleras, algunos patios inmensos y monjas, muchas monjas con unos hábitos negros y unas tocas que ocultaban todo menos la cara, pues que se les viera un pelo a una de ellas era tan poco probable como que ahora te toque un viaje al Caribe en una bolsa de patatas fritas, pero había rumores, y mitos:
  -Pues "fulanita" dice que su prima un día vio a Sor Juana sin velo y tiene el pelo rapado.
  -Y mi vecina dice que un día, yendo por la escalera, se le cayó la toca a Sor "menganita"…
La realidad es que yo jamás le vi nada a ninguna de ellas, tampoco tenía interés.
Monjas como Dios manda, de las de antes, de caras, gestos y condición, Ellas decían que  estaban allí por vocación, Dios las había llamado. Nosotras pensábamos, eso si no en voz alta, que las había dejado el novio, o que eran tan feas que ni Dios quería casarse con ellas. 
Y "dominantonas", esa me parece era la característica principal para ser monja.En su casa se quedaban descansando porque ¡como mandaban¡
  Antes, las mujeres nacían  para casarse y la que no, para monja, las solteronas eran como una especie rara, como  que te aguantas, pero siempre con esperanzas de que llegara un día un hombre a salvarte. 

                  Mi amiga Pilar vistiendo el uniforme del colegio.

Mis recuerdos de esa época sí que son realmente en blanco y negro. Nuestros uniformes azul oscuros y con un lacito ridículo en el cuello.
 Miles de niñas siempre en fila, en silencio,  y la monja diciéndonos constantemente:
 –“Las niñas no se  tocan, son como flores , si se tocan se deshojan”
Ya lo creo algunas más cardo borriquero que rosas, ¡pobrecitas¡. 
                                          



Y rezos a todas  horas,  siempre cuando  llegabamos había misa, con  velos negros en la cabeza , el misal, y el rosario, imprescindibles, impensable entrar en una iglesia  sin velo, y sin mangas. Misas eternas en las que el cura oficiaba en latín y de espaldas al feligrés, y  nos sermoneaba constantemente con el castigo divino, el infierno, las llamas, los demonios,todo sucedía  entre las velas que dejaban la iglesia en semipenumbra ,  te quedabas tan abstraída que creías ver  apariciones,  que no eran  otra cosa que hambre ,  había que ir en ayunas, no se podía comulgar habiendo comido.

                                                       Niñas con velo y misal

Parecíamos ánimas en pena, pero ¡ si no nos daba tiempo de pecar, nos pasábamos el día en la Iglesia, Nos confesábamos todos los días, algunas veces tenias que inventarte los pecados, intentar ser más mala, aunque siempre era lo mismo.
   - Ave María ¡purísima!
   -Sin pecado concebida, te contestaba el cura
Y entonces como una escopeta soltabas la retahíla:
  - Padre me acuso de  que he contestado  a mi madre, he pegado a mi hermana ( que a lo mejor se lo merecía) , y no sé que más.Teníamos un librito, como un catálogo de pecados, tu leías y escogías el que más te iba gustando, para ayudar a hacer el exámen de conciencia, le decían.
 Total, el cura te  echaba una regañina:
“La Virgen se enfada y se pone triste por tus pecados” ( ¡ toma ya, ahora  tú tenias la culpa de todo! , y hala; dos padrenuestros y un avemaría, y te ibas al banco de rodilla ( importante la postura) la cara entre las manos, aunque dejaras alguna rendija para  ver entre ellos, pero eso daba una buena imagen de niña piadosa, y no aburrirte demasiado.
Recuerdo  una ocasión en que me olvidé de rezar por las mañanas y alguna monja contó una historia de una niña que para acordarse de rezar tenía un método infalible, escondía uno de sus zapatos y a la mañana siguiente  al no encontrarlo, recordaría los rezos,¡ ya lo creo y las voces de tu madre. Por haberlo perdido!
  - ¡Eres tonta, pero dónde has metido el dichoso zapato! Así que yo me iba al colegio, no sé si rezada, pero "reñida" seguro.
De esa época recuerdo pocos nombres, había una monjita, la mejo,r en la portería, afable ,cariñosa, a la que nadie parecía darle mucha importancia, y la hermana.  superiora, a la que todas temíamos , aunque realmente era más normalita y menos severa que muchas.
Nombres no recuerdo más que el de Sor María, la que llevaba el coro, pesadísima, nos quería convertir en "las niñas cantoras de Viena" , y se afanaba en ello , otra cosa es que lo lograra.
Repetía constantemente con un gesto de la mano..
– La boca así... y hacia una O con los dedos.

                                   La Rondalla ( Susa, primera fila, segunda por la izquierda)
  
  Yo pertenecía a una Rondalla, tocaba la bandurria, ¡ vamos¡ eso se le habría ocurrido a mi madre, , lo vería más femenino para mi, así que bandurria y púa en mano, me afanaba en ello, pero, bueno, yo más que tocar hacia bulto, era la más pequeña del grupo y mis habilidades digitales no daban para tanto.
Teníamos  un profesor Don José Guzmán, gordo, que  se sentaba con las piernas abiertas y su barriga le rebosaba hasta la silla; y fumaba constantemente puros que producían un hedor insoportable.Tocábamos algo muy de la época…" El Sitio de Zaragoza" (Cristobal Oudrid)
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EL SITIO DE ZARAGOZA (Cristóbal Oudrid)

En el colegio en esa época había "internas", niñas que vivían permanentemente  allí. Había dos clases de "internas", las de "pago" y las de "no pago", así las llamaban, con dormitorios, comedores,  comidas, patios y actividades diferentes. Eso es algo que jamás olvidare. Las de "no pago"  limpiaban el colegio, recuerdo algunas arrodilladas con un frío terrible  y esos enormes suelos, una crueldad que nunca he perdonado dentro de mis recuerdos, Una de ellas, Luisita, que era huérfana, y no muy normal,  se orinaba en la cama,  y un día la castigaron con la sábana por encima ala vista de todo el mundo., Esas cosas van quedándote cosidas en el alma.
Mis primeras amigas surgieron de ese colegio, Ana Mari, Pili, Patrito, Vicky, Susana,Margarita, Loli,  y muchas cuyos muchos nombres no  recuerdo, hasta los trece años que estuve en ese colegio, fueron parte de mi vida, luego a algunas no las vi más, a otras las sigo viendo de vez en cuando por la calle y nos hablamos con cariño, se hacen lazos  indisolubles en esa etapa. Éramos niñas simples sencillas, inocentes, demasiado inocentes, aunque todo el tiempo querían hacernos ver que éramos pecadoras, merecedoras del castigo divino, las causante del sufrimiento del Señor.
Nos educaban para señoras, los estudios en esa época en una mujer eran un entretenimiento mientras que llegaba tu príncipe azul a rescatarte, y llevarte al altar"blanca y radiante" como la canción.
S.M.

La Foto de las niñas con velo son tomadas del blog  http://miradadepueblana.blogspot.com/

jueves, 9 de junio de 2011

"Memorias de una niña antigua"

 
                                             Susa 1957                                               

Supuestamente nací algún día, aunque yo no me acuerdo.
En esa época, uno no nacía, lo traía la cigüeña,  así sin más, sin sexo, sin fotos, sin ecografías, con suerte en algún momento de su vida se descubriría en alguna foto antigua, eso sí, en blanco y negro, el color aún no existía.
Hay alguna documentación gráfica de mi tierna infancia, algunas fotos en sepia, en las que aparece algo así como un bebé de no se sabe cuánto tiempo, si es hembra o varón, no se veían los colores, así que daba igual. Los lazos eran tono sepia, los faldones , los pelos, aunque con el paso de los días hicieran todo lo posible por dejar bien claro quién pertenecía a cada grupo claramente diferenciado e inamovible, el que nacía varón era un machote para toda la vida, aunque le gustaran los tacones  y las joyas, más que a Sara Montiel. Y las hembras, las mujeres, siempre discretas, sumisas, femeninas, sin salir de su papel ni un ápice, porque nadie lo iba a perdonar.
Así empecé a pervivir, imagino, entonces se era bebé hasta que empezabas a asistir al colegio, si es que tenías ese privilegio, porque no eran todos los niños los que podían.
Ahora dicen los científicos que los fetos escuchan cuando están en el vientre materno, pues yo no me enteré de "na", no sé en qué estaría entretenida por esos mundos.
Tampoco teníamos tantas cosas como los bebes de ahora, a lo mejor por eso somos más raros los de esas épocas, no había juguetes con medidas  especiales de seguridad, ni remotamente en España habíamos oído hablar de "Fisher-Price" o como quiera que se llame,  por no haber ni había plástico, lo inventaron después, al menos aquí en España, todo llegaba más tarde que en el extranjero.
No sé a quién se le ocurrió que viviéramos en condiciones tan precarias, sin plástico, sin nevera, o frigorífico, sin lavadora, sin televisión ( el ordenador ni soñarlo), o sea sin "na de na". Todos aburridísimos, esperando a ver si a alguien se le ocurría inventar esas cosas que además se les ocurrían a los extranjeros aquí me parece que a lo más que hemos llegado a  inventar ha sido la fregona, y el "chupa-chups", dos avances importantísimos en este siglo, no quiero ni imaginar que hubiese sido de la humanidad sin "chupa-chups" ¡un horror, un desastre total¡.
Pero bueno estábamos entretenidos, sobre todo los mayores, todo el día trajinando. Como no existía el frigorífico, o la nevera, como la llamaban en mi pueblo, había que comprar enormes barras de hielo o de nieve, como la llamaban en mi pueblo, en mi pueblo siempre se llaman las cosas de otra manera que en los demás pueblos y por supuesto que en China, por poner un ejemplo de otro sitio.
Pasaban unos carros tirados por mulos y vendían las barras de hielo por las casas, esas barras, que como yo era muy chica no sé dónde las metían, en un mueble especial de la cocina, me parece.
Y la leche no venía en botella, que va, ni en brick, en cartón le llaman en mi pueblo a eso, venia de la vaca de toda la vida directamente a tu puerta, en otro carro o luego en moto, en unas cantaras que traía el lechero, y te la despachaba en la puerta de tu casa, servicio a domicilio y gratis, ahora te cobran por llevarte las cosas.
Luego se hervía en una cacerola, para matar a la bacterias , y salía una nata de dos dedos de gorda, buenísima, y había que estar pendiente de la olla porque la leche  se derramaba y se formaba un escándalo en la casa..
 -¡Te dije que estuvieses pendiente.. míralo. Hay que ver ahora para limpiar esto¡
¡Vamos un desastre como nuclear ahora¡
  No me acuerdo cuando empecé a acordarme que existía, pero en un momento de mi vida, no sé con cuantos años, me mandaron al colegio, era una casa particular dónde vivían tres señoras con caras de maestras, porque antes según la cara  la gente eras una cosa u otra, no se podía tener cara de maestra y dedicarse al cine, o a vender pan, a cada cosa su cara correspondiente.
  En esa escuela había educación especial y personalizada, seriamos una veintena de niños y niñas, de distintas edades , no muy mayores, porque luego ya jamás se mezclaban niños y niñas, pero a esas edades supuestamente no teníamos sexo, o no tenían demasiado sitio.
  Tampoco sé que hacíamos en la escuela, no había bolígrafos, ni casi lápiz, pizarras y pizarrín y un trapo que le pedías a tu madre para borrar la pizarra, y sin agua,  cuidábamos el ecosistema, con una salivilla o un escupitajo en algunos casos, nos apañábamos.
Así que lo bueno es que no nos pondrían deberes, porque llegarían borrados a tu casa seguro.
Y había gratificaciones al mejor comportamiento, la señorita rifaba entre los mejores la lata vacía  de carne membrillo, que ella se había comido.
  Luego me llevaron a otro colegio de más mayor, de monjitas le decían, aunque yo las veía como MONJAS.
Yo era una niña gris, como mucho azul marino. Ahora sé que los niños a esas edades somos de colores, hay niños rosas, niñas celestes y niñas como yo, luego con los años los colores se mezclan y nos convertimos en algo como beige.
 S.M